En 1888, el joven Paul Sérusier, artista en periodo de aprendizaje, visitó Pont - Aven, pueblo de la Bretaña francesa donde Gauguin se había retirado en busca de ese arte primitivo lejos de la civilización. Allí conoció de la mano del maestro sus nuevas ideas sobre la pintura. En una de sus salidas pictóricas a "plein Air" Gauguin dio instrucciones a su pupilo: "Cómo ve usted ese árbol? ¿es verde? Pues ponga verde, el verde más bello de su paleta; y esa sombra ¿más bien azul? No tema pintarla tan azul como sea posible.
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Paul Sérusier "El Talismán" |
Paul Sérusier |
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Paul Sérusier "Retrato de Paul Ranson" |
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Paul Sérusier "Eva Bretona" |
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Maurice Denis "Jacob's Battle with the Angel" |
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Pierre Bonnard "Mujer con perro" |
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Paul Ranson Nude Laying on Her Back in a Clearing |
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Henri-Gabriel Ibels "En el circo" |
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Ker-Xavier Roussel Summer on the Mediterranean |
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Félix Valloton "Passerby also known as street" |
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Xavier Roussel, Édouard Vuillard, Romain Coolus, Felix Vallotton 1899 |
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Albert Aurier (1865-1892) |
Pierre Puvis de Chavannes El río (1865) |
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Paul Sérusier "The Apple Harvest" |
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Paul Sérusier "El bosque sagrado" |
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Paul Sérusier "Bretonas dans le Bois d'Amour" |
Existen pues según los pequeños ensayos cromáticos de la primera época (El talismán) y las grandes composiciones decorativas dos principios básicos enunciados por Maurice Denis, teórico del grupo: La "deformación subjetiva" y la deformación objetiva. La primera afirmaba que "las emociones o estados del alma provocados por un espectáculo cualquiera suscitan en la imaginación del artista unos signos o equivalentes plásticos capaces de reproducir esas emociones o estado del alma sin necesidad de reproducir el espectáculo visual. Es por ello que se permiten estas exageraciones del color y de la fisonomía. Para compensar este exceso era necesario "corregirlo" a través de la "deformación objetiva", el segundo principio, que imponía al artista la necesidad de una "composición decorativa, estética y racional" lo cual le obligaba a "trasponerlo todo en belleza".
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Paul Ranson "Paisaje de estilo japonés" |
En los Nabis concurrieron dos corrientes bien diferenciadas: aquellos que estaban imbuidos por filosofías espirituales (teosofía, cristianismo, catolicismo y esoterismo) como Sérusier, Denis y Ranson que se alejaban del mundo moderno para representar escenas religiosas pero con un simbolismo arcaico, y aquellos como Bonnard y Vuillard que plasmaban escenas callejeras e interiores, a los cuales no les preocupaban sus especulaciones abstractas sino sus propias sensaciones pero a través de las imágenes observadas del natural. Sin embargo, ambas tendencias tendían hacia ese aspecto trascendente y expresivo y al mismo tiempo decorativo. En definitiva, una forma de abordar los objetos y los seres cotidianos que sugiera solamente para mostrar un estado del alma. Como expresaba Mallarmé "el placer de adivinar poco a poco; sugerirlo, ése es el sueño" o como resumía el propio Gauguin, "La poesía comienza donde nace el misterio".
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Pierre Bonnard "Large dining room overlooking the garden" |
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Édouard Vuillard "Madre y hermana del artista" |
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Émile Bernard Bretonas en la pradera (1888) |
Pero a mi entender, el padre de todos los Nabis fue el entonces exiliado Gauguin, alma inicial y la chispa que iluminaría a los "profetas" para el posterior desarrollo de este movimiento. A pesar del intento de algunos de sus seguidores, como el joven Bernard, que pese a su amistad y admiración por el maestro nunca quiso ser un discípulo, Gauguin, el individualista misántropo y asocial, valoraba su legado como maestro incluso por encima de su propia obra. Escribe a su amigo Monfreid en una de sus últimas cartas: "Usted sabe desde hace tiempo lo que yo he querido establecer: el derecho a atreverse a todo. Mis capacidades no han dado un gran resultado, pero no obstante la máquina está lanzada. El público no me debe nada porque mi obra pictórica solo es relativamente buena pero los pintores que hoy día se benefician de esta libertad me deben algo". Ciertamente, mucho le debían; fue sin duda un gran visionario, un "profeta de la modernidad" que intuyó el gran paso que había dado el arte, pero, posiblemente, no se percató que él mismo, con su propia obra, sí había conseguido "un gran resultado", un resultado que lo encumbraría como uno de los padres (junto a Cézanne y Van Gogh) de la pintura moderna y por tanto iniciador de las primeras vanguardias pictóricas del apasionante y convulso siglo XX.